El Gobierno aprobó el 17 de mayo la ley orgánica por la que se modifica la ley 2/2010, todavía vigente pero reformada para consolidar el aborto y ampliar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Para empezar, reconociendo como tal la salud menstrual y regulando, como incapacidades temporales especiales, las bajas por reglas dolorosas pagadas desde el primer día por la Seguridad Social.
Esto obliga al Ministerio de Sanidad a establecer estándares de atención a la salud menstrual inclusive contempla el reparto por parte de las instituciones públicas de productos para la regla en centros educativos, servicios sociales y prisiones.
Desde la iniciativa privada, la parte educativa ya la está llevando a cabo Intimina con su proyecto para informar de forma lúdica y educar en el ciclo menstrual, con motivo del Mes de la Higiene Menstrual, Saber es la regla.
Por contra, durante las discusiones previas a la aprobación de la ley, el Ministerio de Hacienda descartó la reducción del IVA de los productos para la menstruación, a pesar del informe de la OCU de 2021 Tener la regla se paga caro, según el cual, el gasto medio anual de cada mujer en distintos tipos de productos para la regla, básicamente compresas y tampones, es de 50 euros.
Un dispendio que la mujer debe afrontar durante los aproximadamente 40 años de su vida ‘fértil’, mientras tiene un sangrado mensual, sobrepasando los “2.000 euros, salvo que solo use la copa, que cuesta más de 10 veces menos”.
A tenor del desglose de la OCU, “una mujer que use compresas gastará desde unos 13 euros a casi 59 euros al año. Una mujer que recurra a los tampones, de 11,5 a 54 euros al año. Quien recurra a bragas menstruales, de 20 a 53 euros anuales”. Según su criterio, “la copa menstrual es la opción más sostenible y económica. Se deben renovar a los 5 años y su precio es de 5,04 euros al año”.
Esto se multiplica en el caso de las mujeres con reglas muy copiosas, como Silvia Encinas, de 47 años, que calcula: “si gastas un paquete de compresas de noche, otro de tampones superplus y otro de compresas de día, casi supone la compra de un mes; de modo que, en dos meses, tienes amortizada la copa menstrual”.
Encinas lo sabe bien de primera mano porque sufre, literalmente, la regla desde los 11 años, con los problemas y dolores que conlleva tener la matriz retrovertida de nacimiento, sin solución, lo cual le irradia una serie de dolores hacia los ovarios: “mis reglas son muy abundantes y extremadamente dolorosas, con diarreas, vómitos, dolores de cabeza y, por descontado, con la abundante pérdida de sangre y una falta de hierro que me provocaba siempre una anemia enorme, lo cual me abocaba a un estado de cansancio y falta de ganas de todo”.
Por si fuera poco, la regla le venía cada 21 o 22 días, demasiado frecuentes: “acababa hecha polvo, aún no me había recuperado de una, que ya me bajaba la otra; y estaba harta de comer carne roja y lentejas, hasta el punto de que las llegué a aborrecer”.
Desde el colegio, ante aquel maná, tenía que llevar compresas por si se le sobrepasaba el tampón, y muchas veces, aún así, acababa manchando la ropa. Mas lo peor es que aquello la incapacitaba durante unos diez días.
Cada periodo le fastidiaba bastante la vida, hasta el punto de que, durante la universidad, muchos días no podía ir a clase, y ya trabajando, más de una vez, salió de una reunión manchada: “en un mundo de hombres, todos en la misma oficina, imagina lo que significaba salir así de una reunión con un director de banco”.
Pero hete aquí que hace siete u ocho años descubrió la copa menstrual y le cambió la vida: “la verdad es que es una maravilla, en el trabajo para mí era mucho más cómoda y mucho más segura; no conlleva la incomodidad y el dolor de ponerte el tampón rápido y mal y encima tener que añadirle la compresa y estar pendiente de cambiarlo para no manchar la ropa”.
A este punto, Silvia Encinas recuerda que todas las amigas llegaron al acuerdo de que la copa menstrual era su gran descubrimiento: “no necesitas estar cada hora y media en el baño, es mucho mejor porque, al hacer el vacío, no rebosa nada; y si vas al servicio, te la quitas, la limpias y empiezas de cero”.
Es más, hay copas para todas, Encinas incluso le recomendó a su hija una para las primeras reglas, porque sufre los mismos dolores que ella. Intimina tiene una específica para primerizas, la Lily Cup One, así como otra plegable de silicona médica, la Lily Cup Compact, un disco menstrual plano con el que se pueden mantener relaciones sexuales, Ziggy Cup 2, es cuestión de encontrar la que encaja a cada una.
Coincide plenamente Eva Abril, de 48 años, que, hace unos tres, empezó a informarse sobre la copa porque otra colega la tenía y estaba bastante contenta con ella, se la regaló y fue todo un descubrimiento: “yo siempre había utilizado compresas o tampones, pero llevar la copa hace que te olvides de que estás con el periodo (evidentemente, si no tienes periodos dolorosos)”. A lo que agrega: “sirve para evitar olores, evita incomodidades, hace que te sientas como que no llevas nada, ni tienes nada”.
Abril confiesa que siempre había pensado que los tampones eran uno de los mejores inventos femeninos en cuestión de menstruación, pero luego reflexionó que “el gran invento es la copa ya que, de paso, ayudas al medio ambiente, al no dejar residuos”. No es la única que se preocupa, pues, según un estudio de Intimina, “el 59% de las mujeres tiene en cuenta los efectos de los productos menstruales sobre el medio ambiente”. Y no es baladí, ya que, según te informamos en eldiario.es, su uso supone que más de 113 millones de toneladas de plástico terminen en los océanos y mares, y más de 700 especies marinas estén afectadas por ello.
Ahora bien, Eva aporta un punto de vista interesante para mujeres con pocos recursos: “aunque están al alcance de todas, evidentemente, tampones y compresas cuestan un dinero, así que la copa es lo más aconsejable”.
Este inconveniente tiene una solución sencilla: copas como las Lily Cups y Lily Cups Compact ayudan a minimizar hasta en un 75% el gasto en productos de higiene íntima. Al ser reutilizables, pueden durar hasta 10 años, y mensualmente se esterilizan introduciéndolas en agua caliente hirviendo el agua en un cazo.
Además, después de la primera esterilización previa a cada periodo menstrual, se pueden lavar a diario debajo de cualquier grifo o con una botellita de agua que lleves en el bolso.